En algún momento comenzó y alguien empezó a posicionar que ser rebelde era malo, que los rebeldes eran villanos, que resistirse era mal visto, o que en la vida hay un solo carril, todo lo demás es rebeldía. No se si fueron las películas, la religión o los gobiernos, pero la connotación de rebelde, normalmente despierta más suspicacias y alertas, que alegría y regocijo.
El tema es que esa manera de pensar “fuera de la caja”, siendo y haciendo distinto, rebelándose al “status quo” y sublevándose a la autoridad, no está mal. De hecho, se podría decir que los rebeldes son clave para que la sociedad avance.
Rebeldes, según la definición, también son los que se oponen a un sistema político en su país e intentan cambiarlo por la violencia, y algunos lo cambian, lo cual genera otros rebeldes.
Los rebeldes son los que retan, son los que se acuestan auténticos y sin ataduras, los pioneros que rompen esquemas y crean nuevos mundos, otras maneras, los visionarios que por persistencia en sus ideas duran más allá de su vida, los emprendedores que inventan nuevos modelos para solucionar y crear, los que transforman la historia en línea base para disparar la sociedad a otros niveles.
La rebeldía no es copropiedad de los flojos, de los tóxicos, de los improductivos, de los que “no sirven para nada”. La realidad es que la rebeldía puede ser parte positiva de nuestro ADN y ser precursora de cambios en el mundo, así como también puede quedarse en la flor de la adolescencia entre explosiones hormonales instintivas.
Rebelde es Elon Musk y lo es también Greta, la chica de las protestas que está salvando el mundo del clima que nosotros causamos. Tal cual como fue Simón Bolívar, Steve Jobs, Michael Jackson, Albert Einstein, todos rebeldes.
También puedo citar a otros rebeldes como Adolf Hitler, Wladimir Putin o Hugo Chávez, pero creo que no hace falta ahondar en explicaciones sobre el impacto glocal (local y global) que puede llegar a tener un rebelde del lado oscuro de la fuerza.
Personalmente me gusta esa palabra rebeldía, por la sintonía que tiene con otra gran palabra que es “cambio”. Ambas muy comunes en mi vida, por la cantidad de “rebeldes” de los que escucho: “¡Tengo una idea para cambiar el mundo!”
Y metiéndome en lo personal, yo estoy criando rebeldes y les he leído a mis hijos las historias de todas las niñas y niños rebeldes que he podido. Historias biográficas de personas de verdad, que desafiaron sus contextos, sus obstáculos, su mundo, y lo cambiaron o mejoraron. (Para los ejemplos negativos, solo prendo las noticias y las comentamos)
Quiero que pienses en todos los rebeldes buenos y malos que han impactado en tu mundo. ¿Cómo te sientes al pensar en ellos? Ahora quiero que pienses si tú eres uno de esos rebeldes que está cambiando el mundo o que lo cambiará. Si lo eres, me encantaría conocerte y ayudarte a lograrlo.
He tenido la oportunidad de ayudar a una buena cantidad de rebeldes a convertirse en los líderes en sus industrias o en las marcas personales más influyentes en sus categorías. También he conocido variedad de personas espectaculares, inspiradoras, brillantes, que simplemente se sublevaron y lograron cambiar lo que se propusieron. Todos rebeldes y admirables.
¿Estarían de acuerdo conmigo en que traer rebeldía y ganas de cambiar al mundo, es un talento que hay que impulsar y cuidar?
Pienso que debemos rescatar la neutralidad emocional (desnormalizar) lo que representa ser rebelde como adjetivo negativo y empezar a reconocerlo como el factor X que nos ayudará a impulsar el desarrollo y evolución de nuestra sociedad.
Si tú eres rebelde, yo te admiro. Y te recomiendo que apuestes duro a ese talento y procura cambiar el mundo. No lo hagas chiquito, que somos muchos.
Si vas a luchar, derrumbar, cambiar algo, que sea digno, que valga la pena, hazlo masivo. Encuentra grandes soluciones a los problemas de muchos y ya habrás trascendido. Agrega valor al ecosistema, no seas solo abono al terminar tu vida, construye algo que eleve tu nombre y nos cambie para mejor.
CHB.-