Inmediatismo, mediocridad y la rebelión de la excelencia.
Roma 2.0: Pan, circo y scroll infinito. ¿Colapsaremos como civilización o despertaremos? El inmediatismo como fábrica de mediocridad y la excelencia como única resistencia.
¿Somos la generación más informada de la historia o simplemente la más distraída?
Vivimos en una sociedad que premia lo efímero, lo instantáneo, donde el scroll infinito ha reemplazado a la concentración profunda, donde el me gusta ha suplantado al mérito real, y donde el algoritmo —este nuevo “dios” digital— determina qué merece o no, nuestra atención.
No es casualidad. Las plataformas digitales están diseñadas específicamente para secuestrar nuestro tiempo y sistema de recompensa cerebral. Cada notificación libera dopamina, creando un ciclo adictivo que la neurociencia moderna ha comparado con el consumo de sustancias ilícitas. Veamos lo siguiente: el usuario normalmente interactúa con su teléfono +2500 veces al día y, en el mejor de los casos, el humano promedio consume entre 2 y 3 horas al día sólo en redes sociales1. Parecemos recursos siendo explotados por la “Economía de la Atención”.
Y el resultado más devastador no es la distracción: es la normalización de la mediocridad disfrazada de "viralidad" o "tendencias".
El inmediatismo: ¿Epidemia cognitiva del siglo XXI?
El inmediatismo no es simplemente impaciencia o desesperación por el logro instantáneo; es un recableado completo de nuestro cerebro que genera una nueva estructura mental. Esta nueva manera de pensar y obrar destruye lo siguiente:
El esfuerzo sostenido y prolongado
La corteza prefrontal —responsable de la planificación y el esfuerzo sostenido— se atrofia cuando se acostumbra a recompensas inmediatas. La neuroplasticidad, ese don evolutivo que nos permitió construir catedrales y escribir sinfonías, ahora se acomoda en lo fácil y rápido. ¿Por qué leer un libro si puedo ver un resumen en video? ¿Para qué ver una película completa si puedo ver los mejores momentos en TikTok?
"¿Para qué dedicar una década a estudiar, investigar, profundizar en una disciplina y ser autoridad en un tema, si un reel de 15 segundos puede generar un millón de seguidores en un día?"
¿Para qué estudiar una carrera, si con mi teléfono puedo hacer dinero desde mi cama?
La profundidad intelectual
Nuestro cerebro está perdiendo la capacidad de lectura profunda y la evidencia es alarmante2: el tiempo medio de atención ha caído de 12 segundos en el año 2000 a menos de 8 segundos hoy 2025 (inferior al de Dory, de la película “Finding Nemo”). La cultura digital está instaurando una nueva ética intelectual basada en la rapidez, la superficialidad y la dispersión de la atención; en contraste con la cultura de la lectura profunda y el pensamiento crítico, que caracterizó a la era del libro.
La tolerancia al fracaso y la frustración
La filosofía estoica enseñaba que la adversidad forja el carácter. Epicteto afirmaba: "Las dificultades muestran a los hombres quiénes son". Hoy, el primer obstáculo es más que suficiente para abandonar cualquier iniciativa. A falta de un propósito, nos comportamos como barcos a la deriva, que aprovechamos el primer viento que aparece. De ese modo, no sabemos nuestro rumbo, nuestra razón de ser, ni nuestras verdaderas capacidades. Recuerden que “los capitanes se hacen en la tormenta, no en la calma”. A eso debe sumarse que redes como Instagram por ejemplo, nos venden una mentira peligrosísima: el éxito es tan instantáneo como un filtro facial. “Cualquiera lo puede lograr, sólo sígueme y te cuento cómo”. Por su puesto, el éxito en redes sociales se toca, se acumula, se cuenta y se muestra materialmente, lo cual también es peligroso para la sociedad. Ya nos lo decía Rubén Blades en su canción “Plástico”.
La mediocridad: de vergüenza a insignia de poder y fama
A lo largo de la historia, la mediocridad siempre ha sido vista como un fenómeno pernicioso que afecta tanto al individuo como a la sociedad, con implicaciones morales, políticas y culturales. “La democracia se ha convertido en el desgobierno de los mediocres” 3 Aquí lo alarmante no es la existencia de la mediocridad que siempre ha existido y existirá, sino su glorificación sistemática y aspiracional.
En el ámbito intelectual
El libre acceso al conocimiento y su globalización, ha derivado en su devaluación. Cada vez más, opinamos sin fundamentar, compartimos sin verificar, y nos indignamos sin comprender. Contamos con “un mar de conocimientos con un centrímetro de profundidad”. Confundimos acceso a la información con razonamiento y opinión personal. El resultado es una sociedad cada vez “más pueblo y menos ciudadanos”, incapaces de diálogos complejos e información razonada.
En el entorno laboral
La cultura de la "renuncia silenciosa" y la filosofía de "mínimo indispensable" se normalizan como actos de resistencia, cuando en realidad son claras demostraciones de mediocridad y debilidad mental. Al mismo tiempo, cada vez más se confunden métricas de interacción con reputación y valor real con presencia digital. Es cada vez más común personas inventando calamidades o forzando situaciones para captar atención y subir sus likes y seguidores, ya que aspiran a ese reconocimiento que impulse la viralidad de su ego.
En la esfera cultural
El arte se ha reducido a formatos digeribles para algoritmos: música fácil, plana, diseñada para los primeros 15 segundos (el umbral de “Skip” en Spotify). Literatura adaptada a la "economía del Hook", poesía plagiada y sin referencias de autor, -”…si lo digo yo, es mío, claro”. Debates en tweets (X) y promesas políticas reducidas a mensajes clave que tengan menos de 30 caracteres, para procurar recordación.
Lo más perverso: esta mediocridad sistémica se comercializa como "autenticidad" y “democracia digital”. Pero no hay nada menos auténtico que celebrar la ausencia de rigor, ni menos democrático que privar a las masas de la excelencia, devolviéndo “el pan y circo romano” para subyugar la individualidad y dominar a los pueblos.
La correlación fatal: ¿Por qué el inmediatismo garantiza la mediocridad?
La relación entre inmediatismo y mediocridad no es casual; es causal y está respaldada por la ciencia. Hacer las cosas de calidad, bien logradas, en el tiempo y con la curva de aprendizaje / validación que ameritaban, ya no está de moda. La primera y mejor influencia que era nuestra madre y círculo familiar, se sustituye ahora por #influencers #TikTokers #Youtubers que nos enseñan a consumir lo que no necesitamos, parecer lo que no somos y sufrir de ansiedad ante lo que no tenemos. Con vidas digitales ideales, prefrabricadas por patrocinio o dirigidas por valores pre-pagados, nos encontramos con portavoces virales del inmediatismo y la mediocridad.
El mito del atajo
La psicología conductual ha demostrado que los humanos somos propensos a la "falacia de la planificación"4 —subestimar sistemáticamente el tiempo y esfuerzo necesarios para lograr algo valioso-. Esta distorsión cognitiva se amplifica en la era digital: creemos que con la Inteligencia Artificial, los "life hacks" y los cursos express nos convertiremos en expertos, gurús, líderes de nuestro mercado, y podremos crear nuestro imperio “en 15 días, si descargas este tutorial y mencionas 2 amigos”
La realidad es implacable: la excelencia no tiene atajos. Como fue demostrado por Anders Ericsson5, la maestría exige unas 10,000 horas de práctica deliberada —con retroalimentación, ajustes y fracasos— o incluso más.
La trampa del "suficientemente bueno"
La economía de la atención premia lo viral sobre lo valioso. Si las métricas favorecen lo superficial y llamativo, ¿por qué profundizar, por qué esmerarse, si con menos funciona? La respuesta sorprenderá a muchos, pero es contundente: en un mundo donde todos podemos producir contenido estético y profesional con IA, generar testimoniales falsos, fabricar clientes, seguidores y likes, lo mediocre es el nuevo estándar de calidad; lo excelente, será lo realmente distinto, raro y limitado.
La muerte de la paciencia
Los estudios más recientes sobre lectura digital confirman que nuestro cerebro está perdiendo la "paciencia cognitiva" necesaria para procesar ideas complejas. Esta atrofia de nuestra capacidad de concentración sostenida, por el cambio de lectura de libros a pantallas, tiene graves consecuencias evolutivas: una sociedad que no puede sostener conversaciones y razonamientos profundos y complejos, es incapaz de resolver problemas complejos.6
La rebelión de la excelencia
Mientras el mundo se sumerge en la cultura del consumo “compra como billonario” de TEMU, Shein y demás, en la inmediatez que nos garantiza Amazon, en la importancia de lo superficial y la sociedad de lo desechable, la excelencia se convertirá eventualmente en el bien más escaso y, por tanto, más valioso de la economía. ¿Por qué?
La automatización de la mediocridad
La IA ya genera ensayos aceptables, imágenes y videos convincentes y código funcional, puede persuadirnos, vendernos y hasta manejar por nosotros. Pero, al ser alimentada por una mayoría mediocre que persigue resultados inmediatos, la IA replicará ese mismo nivel de mediocridad. Y aun falta en el camino el desarrollo y consolidación de los agentes y los futuros “Jarvis” (asistente virtual de Ironman) que harán de la mediocridad una delegación automatizada. Pero lo que no se puede replicar —aún— es la emoción verdadera, el juicio ético razonado y matizado o la creatividad disruptiva. La IA automatizará y masificará lo mediocre; lo extraordinario seguirá siendo territorio “Power by humans”.
La venganza del mercado
El mercado laboral progresivamente está empezando a castigar la superficialidad y la mediocridad. Las habilidades más demandadas para este 2025 y los próximos 5 años incluyen, entre otras: pensamiento analítico y resolución de problemas complejos, resiliencia, flexibilidad y agilidad, pensamiento creativo, liderazgo e influencia social.7 Precisamente esas capacidades que se atrofian con el consumo digital ilimitado.
La neuroquímica del placer vs. la felicidad.
La ciencia de la felicidad confirma lo que filósofos como Aristóteles decían: ”la felicidad profunda” proviene del dominio y la maestría, no del placer inmediato.8 La dopamina de un like es efervescente; la satisfacción de crear algo perdurable activa circuitos de recompensa sostenidos ligados al sentido y propósito que nos dan felicidad. Nuestra sociedad se encuentra en una persecución desenfrenada de placeres físicos y efímeros que alejan de la verdadera felicidad9. Esa realidad inmediatista en búsqueda del placer y la frustración de no alcanzarlo, han incrementado las tasas de suicidio infantiles, así como también han disparado los indicadores de ansiedad en la población. Este ha sido el período con menor violencia en la historia humana y mayor expectativa de vida, pero también con más decesos por estrés, obesidad, ansiedad y mala alimentación.
Entonces, qué somos ¿recurso explotable o ciudadanos pensantes?
La historia está en un punto de inflexión, y cada uno de nosotros es clave para transformarnos, o terminar de hundir a nuestra sociedad. Debemos elegir un lado:
Los complacientes de la mediocridad y el inmediatismo
Aquellos que aceptan ser recursos pasivos en la economía de la atención; adictos a la validación instantánea, productores y consumidores de contenido efímero e inútil, esclavos del algoritmo, que confunden seguidores con clientes, visibilidad con con reputación; buscadores de placer y consumidores empedernidos.
Los insurrectos que persiguen la excelencia
Los que se niegan a reducir su humanidad a un like, practican la atención profunda como acto de resistencia, cultivan la paciencia como ventaja estratégica y construyen obras — no posts — destinados a perdurar. Que creen que lo escrito se puede revisar hasta 2 veces más, y que siempre están dispuestos a mejorar y preguntar para aprender, hacen su máximo esfuerzo y no suponen o adivinan.
La historia es clara. Todas las grandes obras de la humanidad -desde la Capilla Sixtina hasta la teoría de la relatividad— surgieron de mentes capaces de concentración sostenida y esfuerzo deliberado.
Una advertencia
Las grandes civilizaciones no cayeron por ataques externos, sino por erosión interna. Roma no colapsó en un día; se desmoronó lentamente cuando el entretenimiento reemplazó al propósito, cuando el pan y circo sustituyó a la virtud cívica.
No seamos la primera generación con acceso ilimitado al poder del conocimiento que conscientemente, elige el entretenimiento sobre el razonamiento.
La mediocridad es una pandemia silenciosa. La excelencia, la única vacuna efectiva.
La elección es tuya: seguir desplazando el pulgar sobre una pantalla… o levantar la mirada y construir algo que trascienda el algoritmo
Digital overview report 2025 We are social y Meltwater.
Nicholas Carr -"Superficiales"
Mediocres e ignorantes con poder - https://www.unav.edu/opinion/-/contents/11/01/2022/mediocres-e-ignorantes-con-poder/content/CnBM7sduyZOb/36441027
https://es.wikipedia.org/wiki/Falacia_de_la_planificaci%C3%B3n
https://en.wikipedia.org/wiki/Peak:_Secrets_from_the_New_Science_of_Expertise
Maryanne Wolf autora de “Lector, vuelve a casa" - https://www.bbc.com/mundo/noticias-58973943
El futuro del empleo y las habilidades necesarias - https://es.weforum.org/stories/2025/01/informe-sobre-el-futuro-del-empleo-2025-los-empleos-del-futuro-y-las-habilidades-necesarias-para-conseguirlos/
Eudaimonia - https://es.wikipedia.org/wiki/Eudaimonia
https://concepto.de/epicureismo/